La caries dental continúa siendo una de las enfermedades más prevalentes en todo el mundo, afectando tanto a niños como a adultos. Esta afección puede causar dolor significativo y, en algunos casos, requiere tratamientos costosos. La buena noticia es que con unos hábitos y tratamientos sencillos se puede prevenir. El flúor se ha identificado como una herramienta eficaz para prevenir, detener o incluso revertir las caries, además de proteger el esmalte dental frente a los ácidos generados por la ingesta de alimentos y bebidas, así como por la falta de una correcta higiene oral.
El Colegio de Dentistas de Sevilla destaca los tipos de tratamientos complementarios con flúor que se utilizan comúnmente en la práctica clínica:
- Barniz de flúor: es el método más efectivo para la prevención de caries.
- Gel de flúor en cubetas: ofrece una eficacia moderada.
- Colutorio de flúor: su eficacia es relativamente baja en comparación con otros métodos.
Es crucial que los dentistas evalúen la necesidad de tratamiento con flúor en función del riesgo individual de caries y otros factores específicos de cada paciente. Entre las situaciones que suelen justificar el uso del flúor se incluyen:
- Higiene oral deficiente.
- Signos de desmineralización en el esmalte.
- Disminución de saliva o boca seca.
- Trastornos de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia).
- Historia previa de caries.
- Esmalte frágil o alteraciones.
El uso diario de pastas dentales fluoradas sigue siendo el método más eficaz para prevenir y controlar las caries en condiciones normales. La periodicidad del tratamiento con flúor puede variar según el riesgo individual del paciente, siendo necesario realizarlo una vez al año, cada 6 meses o incluso cada 3-4 meses. Será el dentista quien determinará la frecuencia adecuada para cada caso particular.